Los borrachos famosos han existido siempre. Muchos de ellos son mencionados en los libros de historia sin que sepamos de su aventura con el alcohol. Podemos ver bastante atrás en el tiempo a uno de los ejemplos más representados, bebiéndose un vino y disfrutando mientras ve arder Roma; efectivamente, estamos hablando de Nerón. Alcohólicos ha habido muchos. Hagamos un repaso nombrando algunos de los nombres más conocidos.
¿Primero es la fama o la borrachera?
Hemos oído casos de famosos que se dieron a la bebida tras alcanzar el éxito. Aunque también conocemos casos de amigos nuestros que tienen un cierto amor a la copa, aunque sea solo los fines de semana, aunque tampoco se libran de que le apodemos “borracho”. Ellos no son famosos, pero la fama es algo que cualquiera puede alcanzar, sobre todo en estos tiempos modernos, donde Internet es lo máximo en comunicación.
Los hemos visto en cumpleaños y despedidas o graduaciones. El borracho aprovecha cualquier evento para darse la libertad de beber y beber, justificando el festejo. Así fueron descubiertos muchos de los famosos que conocemos, en esas fiestas tan desasosegadas. Algunos de los nombres que suenan en este ambiente son el del cantante Luis Miguel, la desaparecida Amy Winehouse o Lindsay Lohan, entre muchísimos otros.
Pero, remontándonos décadas atrás, incluso algún que otro siglo, vemos a personalidades de la literatura, que tampoco pudieron esconder su afinidad por el alcohol. Así, Edgar Allan Poe, Baudelaire y Ernest Hemingway preferían poner en riesgo su salud antes que dejar el alcohol.
La política nos ha dejado casos muy actuales e imágenes que reiteran el amor a la bebida de determinados mandatarios del orden mundial. Muchos todavía recuerdan las secuelas del alcohol en el acto público que reunió a los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Bill Clinton y Boris Yeltsin, respectivamente.
Como curiosidad, la ciencia puede basarse en el caso actual de un profesor que se pasó toda una década borracho. Su finalidad, según él, era identificar la mejor forma para curar la resaca. La medicina parece que ya sospechaba como lograrlo, mediante N-acetilcisteína; al final este estudioso del alcohol encontró la cura. ¿Cuántas veces se la habrá aplicado?
Las fiestas privadas, un buen momento para tomar esa copita de más
En las fiestas privadas todos podemos pasarnos con el alcohol de vez en cuando, y no por ello ser borrachos. Es cierto que si logramos acceder a un puesto de prestigio, lo conveniente es que sepamos separar entre el ocio y el trabajo, intentando no mezclar contextos (ni alcohol tampoco; ya sabemos que las borracheras así son las peores).
Para una gran fiesta podemos reservar una planta completa o tan solo la barra, en función a nuestros intereses. También tenemos la opción de elegir si queremos catering (es bueno comer algo), el tipo de música o ver si podemos lograr algún bono especial. Lo mejor es contactar con el mejor local de fiestas de Madrid. Son muchas las excusas que podemos poner para emborracharnos, aunque sea un día. Una vez al año no hace daño.