Salir de fiesta en Madrid es como meterse en una novela de Hemingway escrita por Rosalía: intensidad, ritmo, emoción… y, por supuesto, alcohol del bueno. Y es que, aunque hay mil formas de divertirse, vamos a admitirlo: pocas cosas encienden mejor la mecha de una noche legendaria que una copa bien servida.
Ahora bien, entre tanto cóctel de autor, tanto barman con bigote modernista y tanta carta con ingredientes que suenan a hechizo de Harry Potter, a veces apetece volver a lo clásico. A lo que bebe el mundo. A lo que, sin importar si estás en Madrid, en Tokio o en Buenos Aires, te conecta con el instinto universal de pasarlo bien.
Así que hoy te traigo las 5 bebidas más consumidas del mundo. No son las más exóticas, ni las más raras, pero sí las que más brindis han presenciado, las que más corazones han unido (y separado), y las que, seguro, ya has probado más de una vez. Y las bebidas más populares ¿Listo? Abróchate el cinturón, que esto arranca como el metro en Gran Vía un sábado por la noche.
Por supuesto en este ranking no entran las bebidas no alcoholicas como el té negro o el té verde, el café, refrescos como la Coca-Cola pero sí la variedad de bebidas alcoholicas más consumidas por personas en todo el mundo.
1. Cerveza: la bebida más consumida en el mundo
Es oficial: la cerveza es la bebida alcohólica más consumida del mundo. Y lo entiendo perfectamente. Porque la cerveza es democrática, universal, amigable. Da igual si eres más de IPA, lager, artesana o de la de siempre: una birra fresquita en una terraza al atardecer tiene más poder que una playlist de reguetón bien seleccionada.
Además, en Madrid la cerveza no se pide, se celebra. Se brinda con amigos, con desconocidos que parecen amigos y con camareros que ya te saludan por tu nombre.
¿Su historia? Viene de la antigua Mesopotamia, donde ya se fermentaban cereales hace más de 7.000 años. Desde entonces, ha evolucionado, ha cruzado continentes y ha logrado lo impensable: gustar a todo el mundo. Sí, a todos. Hasta a los que dicen que no beben cerveza… hasta que prueban la tercera.
Ideal para empezar la noche, para terminarla o para reconquistar a tu ex con “una última ronda”.
2. Vino: la elegancia que nunca pasa de moda
Si la cerveza es el alma de la fiesta, el vino es el corazón. Una copa de tinto (o de blanco, rosado, espumoso o incluso azul si te pones creativo) puede transformar una cena normalita en una cita inolvidable. Y aunque parezca sofisticado, lo cierto es que el vino es una de las bebidas más accesibles y populares del mundo. De hecho, es la segunda bebida alcohólica más consumida a nivel global.
Su origen se remonta a miles de años atrás, en el Cáucaso, y desde entonces ha sido elixir de faraones, poetas, abuelas y universitarios con ganas de brindar por todo.
En una ciudad como Madrid, donde cada calle tiene una historia y cada rincón parece un escenario de película, el vino se convierte en el narrador perfecto. ¿Una copa después del trabajo? ¿Otra mientras cae el sol en el parque? ¿Una más en una fiesta que empieza siendo tranquila y termina con karaoke? El vino siempre encaja.
Y no, no hace falta ser sumiller para disfrutarlo. Basta con abrir la botella, oler, beber y dejarse llevar. Si viene con una conversación interesante, mejor.
3. Vodka: el espíritu frío con corazón caliente
El vodka es una de esas bebidas que no necesitan presentación. Pura, directa, sin florituras. La beben en Rusia, en Polonia, en Estados Unidos y, por supuesto, en cada rincón del planeta que tenga una pista de baile decente.
Lo curioso es que el vodka, aunque parezca simple (es agua y alcohol, básicamente), es una de las bebidas más versátiles que existen. Puedes mezclarlo con casi cualquier cosa: zumo de naranja, Red Bull, soda, lima, ginger beer… o tomarlo solo, si eres de los valientes.
¿Sabías que fue inventado como medicina? Sí, como muchas otras bebidas alcohólicas, empezó siendo un remedio, en este caso para desinfectar heridas y calmar los nervios. Lo segundo lo sigue haciendo bastante bien.
En Madrid, el vodka es el arma secreta de las noches largas. No necesita presentación. Es el “vamos a otro sitio” hecho líquido. Si alguien te ofrece uno, ya sabes: o se avecina una gran conversación, o una gran locura (y a veces, ambas).
4. Whisky: el fuego lento del buen beber
El whisky no es solo una bebida, es una declaración de intenciones. Es lo que bebes cuando quieres saborear la noche, cuando estás en modo contemplativo, cuando suena música suave y alguien interesante te está contando una historia que no quieres olvidar.
Escocés, irlandés, americano o japonés, el whisky tiene ese algo que impone respeto. Y aunque su sabor puede parecer intenso al principio, en cuanto le pillas el punto, no hay vuelta atrás.
La historia del whisky se escribe con letras de roble y barrica. Surgió en Escocia e Irlanda, y desde allí conquistó el mundo. Y aunque suene a bebida de biblioteca con chimenea, en Madrid es protagonista de muchísimas fiestas. Solo, con hielo, en cócteles como el whisky sour o el old fashioned… da igual cómo, pero siempre con estilo.
¿Un consejo? No lo mezcles con cualquier cosa. El whisky merece respeto. Pero tampoco te lo tomes demasiado en serio. Al fin y al cabo, es para brindar, no para hacer una tesis.
5. Ron: el sabor de la aventura
Y llegamos al ron, esa bebida que huele a Caribe, a libertad, a noches de verano que se alargan hasta que sale el sol. Es dulce, es intenso, es versátil. Puedes mezclarlo con cola, con lima, con piña, con menta, o tomártelo solo si eres de esos que saben lo que hacen.
Su origen está ligado a la caña de azúcar y a las colonias del Caribe. Fue la bebida de los piratas (sí, en serio), de los marineros, de los rebeldes y, ahora, de cualquiera que quiera darle un giro exótico a su copa.
En Madrid, el ron aparece cuando las cosas se empiezan a poner interesantes. No es la primera copa, pero tampoco la última. Es ese “vale, venga, una más” que se convierte en otra hora bailando.
¿Y lo mejor del ron? Que no necesitas tener el mar al lado para sentir que estás de vacaciones. Basta una buena compañía, un buen beat… y una copa.
¿Y tú, con cuál brindas?
Estas cinco bebidas han conquistado el mundo por una razón: funcionan. Nos acompañan desde hace siglos, nos unen, nos sueltan la lengua, nos hacen bailar y, a veces, hasta enamorarnos (o al menos intentarlo).
Pero lo más importante no es el líquido en la copa, sino lo que pasa a su alrededor: las risas, las miradas, los “¿nos vamos a otro sitio?”, los selfies desenfocados, los bailes que juras que eran una coreografía… Todo eso hace que brindar sea mucho más que un gesto.
Y Madrid, oh, Madrid… esta ciudad sabe de eso. Aquí cada noche es una aventura, y cada bebida es la chispa que enciende la mecha.
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Así que la próxima vez que salgas por Madrid y alguien diga “¿qué tomamos?”, ya sabes lo que se está jugando. No es solo una bebida. Es el comienzo de algo.
Elige tu trago. Coge tu mejor sonrisa. Y sal a conquistar la noche como se merece.
Porque el mundo brinda por muchas razones, pero tú tienes la mejor de todas: estás en Madrid y la fiesta no ha hecho más que empezar.